Por Victor Valente. Director
Voy a disentir con la inmensa mayoría de sierraschiquenses que ven con beneplácito la presencia de Gendarmería por las calles de la región haciendo las tareas que le son propias a la Policía y que son responsabilidad pura y exclusiva del Estado provincial.
Voy a detenerme en una máxima de mi vida que es “entender” al otro para evitar caer en fustigaciones o críticas vacías. Con esto digo que entiendo al intendente de Villa Allende, Eduardo Romero, por gestionar todo lo que esté a su alcance a la hora de velar por la seguridad de su ciudad. Entiendo a sus pares de otras ciudades que peguen el grito en el cielo y pidan “igualdad de condiciones” en una región devenida en una suerte de gran ciudad de la periferia capitalina. Entiendo a los vecinos que han sido víctimas de hechos delictivos y que exigen justicia para saciar sus pérdidas, sus miedos, sus angustias.
Lo que no entiendo son las dificultades que todos estos actores de la comunidad tienen a la hora de discernir las competencias de cada quien. ¿Realmente quieren presencia militar en nuestras calles, en nuestros barrios?
En la pasada tragedia del 15F Gendarmería fue clave y necesaria para efectuar controles ante eventuales “aprovechamientos”, pero dada la inmensa solidaridad de la sociedad, también los gendarmes se contagiaron y cumplieron funciones de ayuda. En sus camiones se podían ver insumos, alimentos, agua potable, es decir, la mano tendida por los propios uniformados de verde oliva con los damnificados.
En otros sucesos, como los pasados saqueos tras el acuartelamiento policial, la Gendarmería fue sumamente necesaria para reemplazar la ausencia de policías para prevenir y hacer detenciones ante el descontrol desatado en la ciudad de Córdoba y alrededores.
Con todo, lo que digo es que ésta institución está para actuar en delitos federales, controlar las fronteras, intervenir en asuntos de narcos, etc., y no para paliar o disuadir olas delictivas que sí debe cubrir efectivamente el Gobierno de Córdoba a través de su fuerza policial. Demasiado hacen los municipios al destinar sus propios recursos en Seguridad Ciudadana (otro tema para debatir por sus usos, actuaciones y jerarquías).
De hecho, la provincia creó recientemente la FPA (Fuerza Policial Antinarcóticos), robustos policías vestidos de negro, armados hasta los dientes, con capacitaciones específicas en delitos relacionados a la droga. De hecho también, han sacado a la calle innumerables móviles, vehículos comunes y camionetas 4×4. Todo con marcado sesgo marketinero.
«Ésta institución está para actuar en delitos federales, controlar las fronteras, intervenir en asuntos de narcos, etc., y no para paliar o disuadir olas delictivas que sí debe cubrir efectivamente el Gobierno de Córdoba a través de su fuerza policial».
El gobernador Juan Schiaretti, en principio ofuscado con el “Gato” Romero –al igual que el resto de los mandatarios del corredor– por la decisión de “cortarse solo” y puentearlo, terminó sacándose la foto con el presidente Mauricio Macri anunciando un nuevo esquema de seguridad que se implementaría en julio cuando egrese una nueva camada de policías. “Hasta ese entonces –prometió el Gobernador a instancias de Macri–, habrá gendarmes en la zona serrana, desde La Calera hasta Ascochinga”.
Excepto Omar Albanese, de Río Ceballos, los intendentes están definitivamente chochos: “Es lo que estábamos necesitando porque nos desborda el delito”, sostuvo Romero. «Creo que fue muy positivo”, dijo Daniel Salibi desde Mendiolaza. “Somos la ciudad número 12 en encuesta de mayor delincuencia”, exclamó el intendente de Saldán, Cayetano Canto. Jorge Fabrissin, de Unquillo, manifestó que la presencia de Gendarmería “va a disuadir a muchos de los delincuentes que quieren llegar a nuestra ciudad». Desde la Municipalidad de La Calera, exteriorizando que “queremos vivir en una ciudad más segura”, el Secretario de Gobierno Gastón Morán y el Intendente Interino Juan Sandoval recibieron en el recinto municipal a Jorge Chas, Comandante en Jefe de la Agrupación Córdoba de la Gendarmería Nacional y al Comisario de la policía local, Raúl Calderón. En cambio, Albanese opinó: «El trato lo hizo Eduardo Romero con el Presidente o con alguien de arriba, pero creo que se tienen que seguir los canales que se deben seguir. Primero hablar con la Provincia y si hay gran cantidad de hechos delictivos, ver soluciones entre Provincia y Municipio».
Con todo, me pegunto si para solicitar la presencia de Gendarmería porque los delitos son extremos, aberrantes, permanentes o vivimos en una región sitiada por los cacos, no sería conveniente dictar la “emergencia en seguridad” y darle un marco legal a semejante decisión política que, en lo personal y por los años recorriendo las calles de Sierras Chicas haciendo periodismo, nunca ví. E insisto, entiendo a todas y cada una de las víctimas de la delincuencia.
Dicen que el trabajo de los gendarmes será patrullar rutas y realizar controles de automóviles a la par de Policía de Córdoba con cuatro camionetas y 20 oficiales.
Cuando se vayan y vuelvan a sus tareas habituales, ojalá me pueda sumar a la chochura que tienen todos, sabiendo que capturaron narcos, cerraron cocinas de droga y detuvieron a cabezas de múltiples organizaciones delictivas que “viven” de nuestro trabajo.