El intendente de Villa Allende, Eduardo “Gato” Romero, anunció por segunda vez que está enfermo. Más allá de toda la angustia que depara cualquier afección de salud, y del respeto que se merece la intimidad de la familia del afectado, se trata de una figura pública elegida por el mandato popular, por lo tanto es una cuestión de Estado.

En primer lugar, desde ésta revista deseamos que “el Gato”, como lo conocen en todo el mundo, se reponga y salga adelante de éste difícil momento. Pero por otro lado, aguardamos que en otro comunicado –o por la vía que sea– podamos conocer qué es lo que verdadera y fehacientemente tiene el ex golfista.

Habrá quienes consideren que está bien reservarse el motivo o la causa de la enfermedad, pero no es debatible, bajo ningún punto de vista, no comunicar qué afección concreta tiene, porque hay toda una comunidad que divulga y comenta cualquier cosa al no tener la información precisa. E insistimos, se trata de una cuestión de Estado. Eduardo Romero es el intendente elegido por la ciudadanía, y como tal tendría que contarle a la gente la verdad sobre lo que tiene en vez de deslizar solamente que su estado de salud es “delicado”. Además de que es lo que corresponde, sería un gesto que lo humanizaría aún mucho más.

 

Miseria

Desde que se conoció en un primer comunicado que Romero estaba mal, comenzaron a ventilarse las internas que hay en el seno de su gestión. Pero cuando los últimos días de enero anunció en sus redes sociales que junto a su equipo y familia decidió “poner una pausa” a su función pidiendo una “licencia temporal que me permita abocarme a mi salud”, las especulaciones políticas se recrudecieron a límites deleznables.

En la “mesa chica” del municipio, algunos se empezaron a imaginar sentados en el sillón más deseado de la política villallendense. Mientras tanto, en el Concejo Deliberante, se demoraba el llamado a una sesión extraordinaria para “aceptar” el pedido de licencia del intendente y tomar juramento a la presidenta del Concejo (vice intendenta) Teresa Riu Cazaux de Vélez a cumplir funciones frente al Ejecutivo, tomar juramente al edil Julio Loza como provisorio presidente del Concejo, y tomar juramente al concejal que se suma al recinto al moverse un miembro, Marcelo Jabase.

Entremedio de la semana desde que Romero anunció su licencia hasta el llamado a extraordinaria, las repercusiones fueron para el olvido. Parece que propios y extraños se olvidaron que “lo importante” era la salud del hombre que fue elegido por una abrumadora mayoría de votantes, el legítimo dueño de los votos, y todo quedó en lo meramente declamativo, en las expresiones especulativas en algunos medios, en el manoseo de las redes sociales, y en la mirada bucólica hacia 2023.

Si la alianza que gobierna la ciudad de Villa Allende pretende “cuidar” a una figura enorme como el Gato Romero, pues deberían convertir en acción aquella frase de que “con la salud no se jode”. Hasta acá, aunque lo quieran disfrazar con eufemismos, o quieran rebatirlo, no pudieron. Lo único que quedó demostrado fue la ambición por la sucesión, para lo cual falta bastante.

gato romero_carta