Por Eric Espíndola Chávez / @EricEChavez91
Según cifras que manejan desde la Policía y la fundación Sin Estribos, se estima que en el último año se han robado unos 700 caballos solamente en la localidad. Exigen la creación de una fiscalía especializada para investigar este tipo de delitos.
Sorprendente fue el número de robos que denunciaron desde la Fundación Sin Estribos en una reunión que mantuvieron con autoridades de la policía. Tan solo en Calera sumaban 700 en los últimos meses del año pasado. “Es lo que la policía nos dijo. Estábamos reunidos con todos los subcomisarios y jefes de la zona, sobre todo norte y sur para ver de qué manera controlar este tema, que se podía hacer para luchar contra este flagelo que arrasa con cantidades enormes de animales que son robados”, explicó Andrea Heredia de Olazabal, presidenta de la fundación.
La organización proteccionista de animales, especialmente equinos, aseguró que hay todo un mercado ilegal que se mueve por detrás y actúa en toda la provincia. En ese marco Heredia de Olazabal apuntó que si bien se han realizado denuncias “las fiscalías no prosiguen con la persecución” y agregó: “Notamos que no es solamente una cuestión de ineficiencia de la policía, sino fundamentalmente de quienes tienen que dar órdenes a la policía, que es el Ministerio Público”.
Ese sería un aspecto a trabajar desde la fundación, buscando conseguir que desde la Fiscalía General de la Provincia se tomen cartas en el asunto y consolide una unidad judicial especializada. “Es la política, la discrecionalidad del Estado. Nunca entra en las políticas de persecución penal el delito de abigeato, los números son impresionantes y la Fiscalía General no tiene datos, no maneja. Es una asunción de irresponsabilidad enorme decir que no tenés idea de cuánto se roban”, exclamó.
“Nunca entra en las políticas de persecución penal el delito de abigeato, los números son impresionantes y la Fiscalía General no tiene datos, no maneja. Es una asunción de irresponsabilidad enorme decir que no tenés idea de cuánto se roban” ·Andrea Heredia de Olazabal·
Triste destino
La suerte de los animales extraídos pueden ser varias. Según lo que denuncian desde la fundación parte de lo robado se destina a faena. “Por ejemplo, en la estancia Santo Domingo le dejan las patas de terneros y llevan la carne. Eso se vende en carnicerías de El Manzano, Salsipuedes y Villa Animí, ellos tienen localizado, la gente sabe dónde se vende”, manifestó y remarcó que “no está permitido el consumo de carne equina, tampoco son animales preparados para el consumo humano porque no hay una industria de faena en Argentina. Eso es lo extraño, es una cosa de terrible ilegalidad y donde corren millones”.
La diferencia entre la carne de equinos y vacunos se puede percibir por su consistencia más dura y de sabor más dulce, lo que implica además un grave riesgo por las drogas que consumen dichos caballos, entre las que se encuentran la dexametasona y fenilbutazona.
El modus operandi del robo comienza con el corte de alambres en los establecimientos y el posterior robo de los animales que son trasladados en camiones al lugar donde se los aloja o se los faena. Según denuncian, la comercialización se realiza en la capital y se los faena en las ciudades satélite.
Desde la fundación señalaron también que muchos se dedican a la extorsión, como una especie de secuestro de animales. “Este delito no solo viene vinculado con lo que es el robo, daño patrimonial, moral y afectivo, hay gente que tiene animales por amor. Los que roban, que están vinculados directamente con los carreros, son las personas que se comunican pidiéndoles sumas de dinero. Nosotros hemos pagado 15 mil y nos devolvieron la mitad de los caballos. Lo que vivimos fue horrible, dimos la plata y empezamos a perseguir un auto que nos decía ‘sigan y les va a llegar la llamada de donde le dejan los animales’, no sabías si te los iban a dejar, como, donde, igual que un secuestro”, comentó la presidenta de la fundación.
Calera, el aguantadero
“En Calera lo que hay mucho son aguantaderos”, menciona Heredia de Olazabal ante la consulta por los delitos cometidos en la ciudad. Los aguantaderos son los sitios donde los equinos quedan alojados una vez que fueron robados. “El caballo queda atado, muerto de hambre y se empieza la transfiguración. Cortarle crinas, ver a donde se lo transporta, a quien se le va a vender, que se va a hacer. En Calera, lo que se cuenta por la policía, es que pasa mucho” aseguró.
Este medio intentó hablar con personas que trabajan con equinos en la localidad pero se mostraron reticentes a profundizar en el tema. Uno de ellos aseguró que “todas las semanas te enteras que le robaron a alguien” y denunció que “los cuatreros son todos menores y todos sabemos quiénes son, pero los agarran y salen a la hora. La solución sería que agarren a los cabecillas”. Respecto al modus operandi, la fuente coincidió con lo expuesto por Heredia de Olazabal y agregó que “a muchos les robaron los caballos y después les pedían recompensa para dárselo, hasta los amenazaban que si no pagaban se los iban a matar. Son organizados, roban en un lugar y los llevan a otro lugar y los de ahí a otro y van rotando, entonces se hace muy difícil encontrarlos”.
“El caballo queda atado, muerto de hambre y se empieza la transfiguración. Cortarle crinas, ver a donde se lo transporta, a quien se le va a vender, que se va a hacer. En Calera, lo que se cuenta por la policía, es que pasa mucho” ·Andrea Heredia de Olazabal·
Pero no todo se reduce a los equinos ya que según lo expresado, en la localidad se producen muchos delitos de maltrato animal, entre los que son comunes las riñas de gallos, “Es un distrito bastante complicado en este tipo de delitos”, comenta la presidenta de la fundación y concluye que esto se debe a que no hay persecución judicial. “La gente está a merced de los delincuentes tanto en la protección de la propiedad y en la persecución del delito. Es la misma gente la que empieza a pagar incentivos para que se investigue su delito, no por orden de la fiscalía, sino por ‘onda’ de la policía y después hay negociación directa con los delincuentes”, de los que aseguró que es conocida su identidad.
“Tengo una lista de veinte nombres, son personas que se vinculan con gente que juega al polo, no profesional, un polo tercermundista. No se respetan los límites y cuestiones reglamentarias pero es así. Esta gente está infiltrada en todos lados, por eso el ochenta por ciento de los caballos que circulan en la calle son robados. Eso lo sabemos cuándo se secuestra, cuando se publican caballos y aparecen los dueños. De Calera nos han llamado veinte personas diciendo ‘creo que es mío’. Los caballos los tiene la policía, ellos verán como acreditan la propiedad pero hay un vacío legal en la persecución”, subrayó.
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