Palabras como llaves

Por Santiago Pfleiderer

“Para mí la escritura es una forma de relacionarme con el mundo, de contar una historia y poder mentir -a diferencia del periodismo-, de dejarme llevar, de seleccionar los temas que me gustan, que pueden variar desde la soledad, la injusticia, el destino, el amor.”

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En diversas notas de La Unión Regional hemos tratado la problemática acerca de considerar a las localidades de Sierras Chicas como “ciudades dormitorio”, espacios de tránsito que sólo sirven para el descanso al final del día. Claro que, como ya se ha demostrado, cada localidad tiene una vida intensa que refleja las inquietudes y las capacidades de aquellos que viven y ejercen sus actividades en cada lugar: ciudades inquietas. Y en ese vaivén de sucesos que van desde lo turístico, lo gastronómico y lo deportivo, también lo cultural ha prendido una mecha que hace explotar cada rincón con propuestas de altísima calidad. En esta sintonía vibra Maricel Palomeque.

Nació en diciembre de 1976, y es nacida y criada en Villa Allende. Estudió Comunicación Social, es docente en el nivel medio, brinda un taller de escritura creativa para jóvenes en la Casa de la Cultura,  y es periodista free lance; además, trabaja en un negocio familiar que tiene más de 30 años. El pasado domingo 4 de octubre en la Casa de la Cultura de Villa Allende, Maricel Palomeque presentó su libro Manga de Animales, con ilustraciones de Fernanda Carmona. La obra fue editada por Los Ríos, una editorial nacida en el 2012 por iniciativa de Matías Lapezzata y Tamara Pachado.

-¿Cómo es tu derrotero en el mundo literario? ¿Cómo comenzaste a escribir?

-Escribo desde que soy chica, desde la escuela primaria. Después, luego de muchos años de participar en un taller de teatro con Silvia Pradales, sentí que mi verdadera vocación era la escritura. Hice varios talleres de escritura creativa que me llevaron a dedicarme cada vez más a la narrativa. De la mano de Lilia Lardone publiqué algunos cuentos en distintas antologías publicadas en Córdoba.

-¿Qué herramientas provee la literatura para vos? ¿Cuál es su sentido social?

-Para mí la escritura es una forma de relacionarme con el mundo, de contar una historia y poder mentir -a diferencia del periodismo-, de dejarme llevar, de seleccionar los temas que me gustan, que pueden variar desde la soledad, la injusticia, el destino, el amor. El hecho de ceder un espacio y un momento que nos traslade a un mundo fuera de lo cotidiano, lo tangible y lo real -lo pienso como escritora y como lectora- ya es una pequeña conquista, por ejemplo: me encanta contarles cuentos a mis alumnos del colegio, que son adolescentes, y a veces vienen a clase después del trabajo, y a veces son padres o madres de familia. Me gusta ver sus caras de sorpresa, su reacción frente a la ficción.

-Hace poco editaste tu libro Manga de Animales. ¿Cómo surgió esa experiencia y qué caminos te llevo a transitar?

Manga de Animales es mi primer libro y estoy muy agradecida y orgullosa de que sea publicado por un sello cordobés. Celebro que Los Ríos, una editorial joven con una gran tarea de distribución en todo el país, haya apostado a la literatura infantojuvenil. A nivel local los autores no tenemos muchas oportunidades al momento de publicar.

Manga de Animales es un libro que nuclea diez historias donde los protagonistas son todos animales. Con una escritura fresca, lúcida y desprejuiciada, y con inteligentes momentos de humor, la obra nos acerca a disfrutar de historias originales y divertidas desde puntos de vista muy particulares. El libro puede conseguirse en la librería Coolture (supermercado Cordiez, Av. Goycoechea 451) y en el Kiosco Verde, de Villa Allende.

Fragmento del cuento seis:

“Vos no estabas solo. Yo te vi, Elefante, yo fui testigo.

Desde mi jaula observé cómo flexionabas tus patas traseras para hacer caca. Vaya montaña la que apareció. Más que montaña, una espesa cordillera de arbustos fermentados. Seguro que otra vez te habías dado un atracón en la cena porque el tufo despertó a mi cría y tuvimos que apuntar los hocicos para otro lado. ¡Oler para creer!

También vi, segundos más tarde, a la mosca que aterrizó sobre tu descarga. Apenas se asentó, sus patas flacas quedaron empantanadas. Tras ella, una segunda mosca con la misma suerte. Y una tercera, y una cuarta, y decenas de moscas que fueron llegando al lugar con natural entusiasmo, atraídas por el festín de la desgracia.

Luego, casi sin querer, presencié el rescate cuando una cuadrilla de moscardones negros se hizo presente en el lugar. Primero sobrevolaron la zona para analizar la situación; inmediatamente después, actuaron (no había demasiado tiempo; algunas estaban enterradas hasta el abdomen, otras gastaban las últimas energías en batir las alas procurando zafarse de tu trampa mortal): unidos de a tres o de a cuatro, en trencito, los moscardones tironearon con fuerza, todos juntos hacia arriba, tomando los cuerpos de las moscas a la altura del tórax para intentar despegarlas. Deben haber salvado, enteras, sólo a un puñadito, porque muchas quedaban descabezadas, o en la tracción perdían algunas patas, o se rompían sus alas. Una verdadera tragedia.

Sin embargo, eso no fue lo peor que mis ojos de Lince tuvieron que ver. Se me paran los pelos al recordar lo que sucedió después.” Manga de Animales (ed. Los Ríos, 2015), Maricel Palomeque.

 

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